El Conde Fernán González muere el año 970. Por entonces ya hacía más de cien años que a estas tierras se las llamaba así: Castilla. Su hijo, Garci Fernández dedica su vida en una continua lucha con los árabes. Su desgracia es que se enfrenta al más temible jefe que ha tenido y va a tener el Califato: Almanzor. Esta política de luchas va a enfrentar al Conde con su hijo Sancho García, más político o más realista…
En el año 995 muere en batalla García Fernández, y Sancho García, su hijo, comienza su política de paz y entendimiento con Almanzor. Esto hace que las incursiones árabes respeten el condado y que éste gane en prosperidad recuperándose económica y socialmente.
Pero tras la recuperación de fuerzas aparece el Conde guerrero y se inician las hostilidades. La lucha es desigual, aunque se mantienen las espadas en alto hasta la muerte de Almanzor en el año 1002.
Ahora el resurgir de Castilla es veloz. Abdelmelik no es Almanzor, el califato pierde fuerza militar y política, y a la muerte del califa se desatan las luchas por la sucesión. En estas luchas el Conde Sancho hace de valedor de Suleyman. Este alcanza el califato y colma de regalos valiosísimos a los castellanos. Devuelve, además, todas las plazas fuertes de la frontera del Duero. Jamás se había soñado en Castilla con tanto y tan pronto. Y sigue la reconstrucción, los pactos, la política… En el año 1011 Don Sancho y Doña Urraca fundan el Monasterio de Oña con inmensas donaciones. Su hija Tigridia será la primera abadesa.
Su hija Doña Mayor ya es la mujer del Rey Sancho III de Navarra, El Mayor. Otra hija, Doña Sancha lo es del Conde de Barcelona, Ramón Berenguer. Cuentan las crónicas que el séquito de los castellanos era fastuoso y sus tropas causan admiración por donde pasan. Ya de edad avanzada Sancho García, tendrá un hijo, lo que asegura la sucesión.
En el año 1017 muere el Conde Sancho García el de los buenos fueros, como le conocerán sus vasallos en reconocimiento. Pero el destino de Castilla va a cambiar de manera radical. Parece el punto de despegue de un futuro que no se puede ni soñar. García, heredero del condado, muere asesinado el día de su boda en León y el condado pasa al Rey Navarro a través de su esposa. Son momentos de enormes convulsiones en que los castellanos ven traidores y asesinos de su Conde por todos lados, tantos son los intereses desplegados. El Rey Navarro tiene que hacer enormes esfuerzos políticos para ganarse a los castellanos. En este sentido, tiene lugar la reforma del Monasterio de Oña, y así va a entrar como Abad Iñigo, un ermitaño de gran prestigio que será pronto estimado a pesar de no ser castellano. Mientras tanto llega el testamento del Rey Navarro donde establece la ruptura del Reino que se reparte entre los hijos. Algo que el primogénito García no admite. Y a la muerte del padre llega la guerra. García avanza sobre Burgos. En Atapuerca le sale al paso su hermano Fernando, quien vence y aparece en el futuro como Fernando I. Pero la Historia se repite, las disputas fratricidas se suceden y los hijos del monarca castellano se enfrentan. La intriga da paso a la muerte de Sancho II. Por expreso deseo de este monarca, Rodrigo Díaz de Vivar porta su cadáver hasta este Monasterio de San Salvador de Oña.
Julio Molinuevo Beltrán